Las historias de abuso sexual son dolorosas, incomprensibles para quienes nunca tuvieron que vivirlas de cerca y despiertan todo tipo de reacciones en el entorno de los protagonistas. Desde indignación y bronca, hasta indiferencia y descreimiento. Seguramente pocos casos escapan a estas reacciones que suelen generar más daño que ayuda a las víctimas.
Las características del abuso sexual infantil hicieron de este flagelo uno de los delitos más difíciles de probar por muchos años. En la actualidad se avanzó mucho, pero cada caso demuestra lo lejos que se está de lo deseable. Cuándo se habla de delitos y más aun de niñas y niños víctimas, lo deseable solo puede ser la evitación de que los hechos se produzcan. Pero si no se pudo prevenir, si el daño ocurrió, es fundamental que el entorno de esa criatura esté suficientemente informado, que escuche, que busque ayuda, que no ponga en duda lo que el niño o la niña dice y que nunca intente influir sobre la construcción del relato o la retractación.
Cuando todo esto sucede, cuando el entorno descree y reparte culpas, el daño producido por el abusador se potencia, se multiplica.
Raúl Casas tiene 77 años, luego de superar varios recursos en distintas instancias, quedó firme la sentencia que lo declaró penalmente responsable de Abuso Sexual Simple agravado por el vínculo
y fue condenado a la pena de 4 años de prisión. Su avanzada edad, sumada a problemas de salud, permitió que desde el 9 de septiembre de este año esté cumpliendo la condena en la modalidad de arresto domiciliario.
Casas no puede salir de su domicilio, ni tomar contacto directo ni por ningún medio con la víctima. Si incumple estas reglas podría revisarse su situación y cambiar el lugar en el que cumple la condena.
No brindamos ninguna información sobre los hechos, localidad en la que estos ocurrieron, ni otros datos que pudieran generar un nuevo impacto negativo en la víctima.