Por los caminos de tierra aparentan ser un verdadero ejército que viene marchando e impresionan por su aspecto de seres de otro planeta, o surgidos de una película de ciencia ficción jamás imaginada. Son millones y millones de tucuras que invaden y alfombran los campos donde arrasan con el pasto reservado para las chivas y ovejas; se comen las hojas de los sauces y álamos; aniquilan la verdura de las quintas; contaminan los pozos de agua; trepan por las paredes y condicionan la vida de los pobladores de los parajes El Tropezón, Blancura, Ranquil Huao y Colonia Cushamen, entre otros.
“Desamparo siempre hubo, el gobierno nunca llegó con una ayuda y jamás fuimos escuchados. Seguimos olvidados. Cuando esto pase, vamos a necesitar apoyo para comprar forraje y prepararnos para el próximo invierno”, reflexionó ayer Sebastian Napal sobre el fenómeno natural que están viviendo.
Por su parte, Damiana Tranamil graficó que “cada mañana, cuando abro la puerta de mi pieza, me encuentro con cientos de tucuras queriendo entrar. Tengo el baño afuera y las tengo que barrer para poder usarlo. Voy a la cocina y los vidrios están llenos, se suben a todos lados. También están en el leñero, en los corrales y hasta en el palo de la escoba”.
“De esta situación avisamos a las autoridades allá por el mes de julio –recordó-, cuando comenzaron a nacer de los huevos que habían puesto en la tierra, pero no hicieron nada y tampoco salieron a fumigar. Encima, en una reunión nos dijeron que teníamos que contar la cantidad de tucuras que cada uno tenía en su lote, nos pareció que se reían de nosotros”.
“Sabemos que tenemos que trabajar en el campo y lo vamos a hacer siempre, porque no nos queremos ir, acá están nuestras raíces y tenemos puesta toda una vida, pero así es muy difícil. No nos gusta pedir, pero somos unas 40 familias que hoy necesitamos ayuda”, insistió.
Desde CORFO Chubut se adelantó hace una semana la provisión de 18 mil litros de solución insecticida, recursos humanos y hasta máquinas para hacer zanjas que eviten el paso de la plaga. No obstante, la vecina de El Tropezón precisó que “en mi casa estuvieron una sola vez, cuando llegó la primera manga. A fin de agosto me dejaron un litro de líquido, pero estaba vencido. Los bichos eran apenas moscas y no los mató, menos ahora que son grandes. Somos gente del campo, pero tampoco tienen derecho a tomarnos el pelo. Nuestra propiedad es de 625 hectáreas y está completamente invadida por las tucuras”, remató.
A su lado, Alicia Nahuelquir se considera “una chubutense olvidada por el gobierno. No hemos recibido el remedio ni nada de protección. Ahora, afuera de la casa estamos poniendo un cerco plástico, pero tampoco es defensa suficiente, la tucura igual se mete. No tengo fumigadora, así que agarro un bidón y tiro el veneno por toda la orilla. Incluso, la vez pasada me hizo muy mal, terminé descompuesta en el hospital con vómitos y dolor de cabeza. Quizás fue porque estuve fumigando toda la mañana y después me puse a rastrillar los bichitos porque había semejante cantidad”, indicó.
Otro de los minifundistas autoconvocados para explicar su situación es Marcelo Lino, quien vive con su madre de 75 años a pocos metros de la familia Napal. Con lágrimas en los ojos “por la impotencia de me da esta plaga”, describió que “es una situación muy triste y muy difícil de soportar y hasta me sorprende que ya nos estemos acostumbrando a convivir con esto. Hay veces que me pongo la mochila al hombro y subo al caballo para fumigar, pero está el peligro permanente de que los corderitos y los chivitos toquen el pasto con el veneno. Uno no sabe si salvar la hacienda o matar la tucura”.
“Por acá todos tenemos no más de cien o doscientos animalitos y siempre dependemos de que lleguen gordos a las fiestas de fin de año para vender algunos y hacer unos pesos, pero la tucura se comió hasta los neneos y los charcaos, está todo seco y pelado”, remarcó.
“La tucura apareció en este paraje allá por el año 2008 y después hubo otra plaga grande en 2016, pero no le dieron importancia. Cuando uno va hasta el pueblo de Cushamen a pedir ayuda siempre tienen alguna excusa y nunca hay una respuesta. Ya estamos cansados de luchar solos, ojalá que para el otro invierno aparezcan con algún fardo de pasto o un subsidio, sino va a ser muy difícil sobrevivir”, valoró.
Según la experiencia de años anteriores, los pobladores estiman que la tucura sapo “se mantendrá en la zona por lo menos hasta febrero, es decir que tenemos que afrontarla durante 6/7 meses”, aunque también les llama la atención que “en lugares cercanos como Fofo Cahuel o dentro de la propiedad del grupo Benetton no haya aparecido”.
(Enviado especial Fernando Bonansea)