En un nuevo aniversario del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que interrumpió el proceso Democrático en nuestro país y dio inicio a la última Dictadura cívico-militar – eclesiástica del siglo XX, nos encontramos sumergidos en una muy preocupante situación debido a la pandemia del COVID-19 (llamado Coronavirus); esto nos obliga a redoblar nuestro compromiso humanitario y a cumplir con las pautas de aislamiento solidario y cuidado de la salud de todas y todos.
Por eso, será la primera vez, desde el retorno de la democracia en el año 1983, que no estaremos masivamente en las calles y en las plazas para rendir homenaje a las víctimas directas e indirectas de la represión: 30.000 desaparecidos y más de 400 nietos y nietas secuestrados. La Dictadura desató el Terrorismo de Estado para justificar y sostener la implementación de un modelo económico a la medida de la oligarquía, basado en la acumulación de riquezas en pocas manos y el empobrecimiento del pueblo.
Ese modelo subsiste hasta nuestros días y continúa causando estragos a pesar de los esfuerzos y la lucha popular por superarlo; profundiza la pobreza y el deterioro de los servicios públicos de educación y salud, así como la devastación del ambiente y la vida.
Los Pueblos Originarios que luchan por el reconocimiento de sus territorios, los trabajadores y trabajadoras que reclaman por sus derechos vulnerados, los niños, niñas y jóvenes violentados de distintas maneras por la acción u omisión de funcionarios estatales que deberían protegerlos; las mujeres, que se vuelven ejemplo de lucha y dignidad, siguen siendo víctimas de ese proyecto económico neoliberal, extractivista e injusto.
Lo ocurrido hace poco tiempo en nuestra región, es un ejemplo de sus consecuencias: el avasallamiento por parte de fuerzas de seguridad a las comunidades mapuche – tehuelches, la desaparición forzada y muerte de Santiago Maldonado, el asesinato de Rafael Nahuel; las represiones a trabajadores y trabajadoras de la provincia del Chubut en un contexto de destrucción de sus derechos salariales; el empobrecimiento y precarización laboral de miles de conciudadanos que aún, y a pesar de las décadas transcurridas bajo Gobiernos constitucionales, siguen en estado de indefensión e injusticia.
Como país, a pesar de que faltan completar varios procesos judiciales, hemos avanzado en los juicios por delitos de lesa humanidad donde, aplicando todos los derechos y garantías, se ha juzgado y condenado a los responsables directos del Genocidio que nos asoló hace poco más de cuatro décadas; y se logró identificar y devolver la Identidad a 130 nietos y nietas. Esta nueva conmemoración del 24 de marzo se da en el contexto de una pandemia que pone en evidencia que el derecho a la salud se vulnera y el acceso a ella se ha vuelto mercancía en casi todo el mundo.
En medio de esta emergencia sanitaria global, deberíamos tomar como enseñanza que nunca debemos dejar de exigir el sostenimiento del sistema de la salud pública por parte de los Gobiernos de turno. El recuerdo del 24 de marzo del ’76, hoy nos confirma la necesidad de la lucha por todos estos Derechos: a la salud, a la educación, a la identidad, al ambiente sano, a la vida digna y amigable con el entorno.
Este presente nos lo demuestra, en cualquier momento corren peligro. Sólo con la plena vigencia de los Derechos Humanos, de los Derechos económicos, sociales y culturales, podremos hablar de Democracia plena y del sueño posible, para el país, la Comarca y el mundo, del Derecho de vivir en paz.
30.000 compañeros y compañeras desaparecidos
¡Presentes! ¡Ahora y siempre!
APDH Noroeste del Chubut