Cuando llega el momento de la partida hacia nuestro indeclinable final hay hombres que se transforman y que lejos de caer en el olvido se convierten en inmortales, seres que reviven un momento cuando un recuerdo vuelve a corporizar su esencia porque cultivaron en otros la riqueza de una anécdota, una ayuda o simplemente una amistad.
La historia de Esquel escribió el guión de un personaje más que todos conocieron como “El Turquito” Bestene, que en una esquina se ganaba la vida vendiendo ilusiones con cada cartón del Telebingo y que transformó la realidad de muchas personas que lo consideraban una suerte de augur cuando lo buscaban para tentar a la diosa Fortuna.
“El Turquito”, Juan Carlos Amin Bestene, fue un gran colaborador en la venta callejera de los productos que comercializa Lotería del Chubut, y además un personaje que siempre era bien recibido en la delegación Esquel del organismo de juego y que supo cultivar con sus empleados una relación de complicidad con algunos y de amistad con otros y es por eso que su partida deja un vacío grande entre quienes supieron tratarlo.
Las despedidas siempre son tristes pero esa aflicción nace del afecto que se supo cosechar y porque es ominosa la ausencia cuando se hace realidad. Pero a pesar de todo “El Turquito” siempre será recordado con una sonrisa y con su imborrable imagen vendiendo suertes en una esquina.///