Las muestras de afecto son enormes y en la calle. Miles se acercaron al Obelisco, otros a Plaza de Mayo, también hubo hinchas en el estadio de Argentinos Juniors, en Fiorito y en el hospital de San Fernando.
Por Iván Federico Hojman
-Telam-
Miles de personas se acercaron espontáneamente al Obelisco porteño para despedir a Diego Maradona, que falleció a los 60 años por un paro cardiorespiratorio, con fervorosos cánticos y llantos en el inicio de lo que serán tres días de duelo para conmemorar al mayor ídolo del fútbol argentino, «la alegría del pueblo».
Desde primeras horas de la tarde, una multitud de hinchas se empezaron a congregar en la Plaza de la República donde colocaron carteles y banderas dedicadas al ídolo y se entonaron todos los cánticos de cancha dedicados a él.
«Enterarme la muerte de Diego fue un baldazo de agua fría. Vine a despedir al jugador más grande que existió», dijo a Télam Jorge Pérez, que viajó desde Temperley hasta el Obelisco con una réplica de la Copa del Mundo que le prestaba a la gente para sacarse fotos y besarla.
«Fue la alegría del pueblo, eso es imborrable», agregó.
En el Edificio del Plata una bandera que ocupaba todo el ancho del enorme edificio rezaba «eternamente gracias al más grande. Felices 60 Diego», recordando el cumpleaños de Maradona, que fue el 30 de octubre y por el cual fue saludado por decenas de jugadores de fútbol y artistas internacionales en un video.
En el centro porteño las imágenes de Diego se replicaban a cada paso: en remeras, banderas, barbijos y tatuajes.
Si bien predominaban entre la gente las remeras de la Selección Argentina, Boca y Nápoles, los equipos que más identificaron a Diego, había gente con remeras de muchos clubes del fútbol argentino como Vélez, Belgrano, Nueva Chicago o San Lorenzo.
«No hay grieta cuando se trata del Diego, el nos unió a todos los argentinos. Diego va a ser siempre de la gente», aseguró Carlos Monti, de 70 años, que rompió la cuarentena estricta en la que estaba para despedir a Diego.
«Fue durísimo enterarme de la muerte, me llamó mi hija y no lo podía creer. Diego nos dio mucha felicidad, luchó contra los poderosos y nunca se olvidó de su origen. Fue la representación de la dignidad», dijo el hombre entre llantos y con el libro «D10s. Miradas Sobre El Mito Maradona» de Julio Ferrer en su mano.
«Ahora me lo imagino volviendo a ser un ´cebollita´ reencontrándose con sus viejos», aseguró.
Un chico con una guitarra cantaba «ho visto a Maradona», el mítico canto de la hinchada napolitana tenía dedicado a su ídolo en la década del 80.
En un de las pantallas publicitarias de la esquina pasaban el gol de Diego a Inglaterra en el Mundial 86 y la gente coreaba «ole, ole» ante cada gambeta del Diez y gritaban desaforados el gol ante Peter Shilton.
Danilo, a quien conocen como «Jesús» en la Iglesia Maradoniana y tiene 9 tatuajes de Diego en su cuerpo, contó que estuvo en «shock» por la noticia.
«Estuve en shock todo el día. No lo quería creer. Maradona es mi Dios, no creo en nadie más», aseguró el joven y prometió hacerse el décimo tatuaje de Maradona para conmemorarlo.
Tomás, un estudiante de derecho de 21 años que se acercó con la camiseta de Boca, contó que «tenía que rendir una materia a la tarde y no pude, me vine a para acá. Me quebré cuando me enteré de la muerte de Diego, nos abrazamos con mis hermanos mirando el televisor».
«Diego es Argentina, es patria», aseguró el joven, mientras los bombos sonaban en la tarde porteña y la gente ataba las banderas a las rejas y postes de luz de la plaza.
Karina, una periodista mexicana que vive hace tres años en el país, asistió junto a su novio Darío a despedir al astro del fútbol mundial y recordó el mítico Mundial 86 que se jugó en su país.
«Siempre admiré a Diego, fue muy grande, se me pone la piel de gallina de sólo hablar de él», dijo la joven con lágrimas en los ojos.
«En el Estadio Azteca hay una placa que recuerda que ahí Maradona llegó a la gloria. Siempre va a quedar esa vibra en ese lugar, no se puede explicar con palabras», afirmó la mexicana, que hace tres años vino a ver a Lionel Messi en un partido de la Selección y se quedó a vivir en la Argentina.
«Diego no se murió, Diego no se murió, Diego vive en el pueblo, la puta madre que lo parió», coreaba la gente alrededor del Obelisco porteño mientras más hinchas y amantes de Maradona llegaban caminando por la calle Corrientes.
Nahuel Bravo, un estudiante secundario de 18 años, fue con 6 amigos desde Parque Chacabuco hasta el centro porteño a conmemorar «al mejor futbolista de todos los tiempos», según juzgó.
«Me despertó mi viejo llorando con la noticia. Estaba desconsolado. Claramente para los dos significa diferentes cosas porque yo no lo vi jugar, pero para mí Diego es más que el fútbol, más que un Mundial o más que un gol. Diego fue la alegría del pueblo después de la peor dictadura que vivió el país. Tuvo sus errores, pero nadie le puede quitar que fue la luz después de la etapa más oscura de nuestra historia», reflexionó el joven.
Las miles de personas que se acercaron a despedir a Maradona cantaban sobre su ídolo y arengaban, sin embargo, se vio a muchos que se acercaron en silencio y lloraban mirando a la muchedumbre.
Pasadas las 20, se desplegó una bandera de 5 metros de Argentina, la gente se puso por debajo y empezaron a dar vueltas al Obelisco simulando una vuelta olímpica, ya que llevaban una réplica de la Copa del Mundo al frente y cantaban «que de la mano de Maradona todos la vuelta vamos a dar»
Además, en la cancha de Boca Juniors, apenas se conoció la noticia del deceso de Diego, los hinchas xeneizes armaron un santuario con flores y velas en la puerta del estadio.
En Villa Fiorito, lugar donde creció el astro del fútbol mundial, se juntaron muchos vecinos espontáneamente para compartir sus vivencias y cantar por Diego.
En tanto, varios simpatizantes de Argentinos Juniors se acercaron al estadio Diego Maradona para dejar flores en memoria del Diez.